Comemora-se hoje, 2 de abril – dia do nascimento de Hans Christian Andersen, autor dinamarquês de algumas das histórias mais lidas de todos os tempos, como é o caso de Alice no País das Maravilhas, O Patinho Feio, O Soldadinho de Chumbo, A Pequena Sereia ou As Roupas Novas do Imperador - o Dia Internacional do Livro Infantil, por iniciativa da International Board on Books for Young People – IBBY.
Todos os anos, o vencedor do Prémio Nacional de Ilustração é convidado pela Direcção-Geral do Livro e das Bibliotecas (DGLB) a desenhar o cartaz comemorativo do Dia Internacional do Livro Infantil. Este ano, a missão coube a Yara Kono, premiada o ano passado pelas ilustrações do livro O Papão no Desvão, um picture book com texto de Ana Saldanha, publicado pela Caminho.
Para incentivar a leitura é também difundida uma mensagem de um escritor de nacionalidade diferente, tendo sido o escritor e editor mexicano Francisco Hinojosa a criar a mensagem que te é apresentada em seguida e que vale a pena saborear.
Había una vez un cuento que contaba el mundo entero
Había una vez un cuento que contaba el mundo entero. Ese cuento en realidad no era uno solo, sino muchos más que empezaron a poblar el mundo con sus historias de niñas desobedientes y lobos seductores, de zapatillas de cristal y príncipes enamorados, de gatos ingeniosos y soldaditos de plomo, de gigantes bonachones y fábricas de chocolate. Lo poblaron de palabras, de inteligencia, de imágenes, de personajes extraordinarios. Le permitieron reír, asombrarse, convivir. Lo cargaron de significados. Y desde entonces esos cuentos han continuado multiplicándose para decirnos mil y una veces “Había una vez un cuento que contaba el mundo entero…”
Al leer, al contar o al escuchar cuentos estamos ejercitando la imaginación, como si fuera necesario darle entrenamiento para mantenerla en forma. Algún día, seguramente sin que lo sepamos, una de esas historias acudirá a nuestras vidas para ofrecernos soluciones creativas a los obstáculos que se nos presenten en el camino.
Al leer, al contar o al escuchar cuentos en voz alta también estamos repitiendo un ritual muy antiguo que ha cumplido un papel fundamental en la historia de la civilización: hacer comunidad. Alrededor de esos cuentos se han reunido las culturas, las épocas y las generaciones para decirnos que somos uno solo los japoneses, los alemanes y los mexicanos; aquellos que vivieron en el siglo XVII y nosotros que leemos un cuento en la internet; los abuelos, los padres y los hijos. Los cuentos nos llenan por igual a los seres humanos, a pesar de nuestras enormes diferencias, porque todos somos, en el fondo, sus protagonistas.
Al contrario de los organismos vivos, que nacen, se reproducen y mueren, los cuentos, que surgen colmados de fertilidad, pueden ser inmortales. En especial aquellos de tradición popular
que se adecúan a las circunstancias y el contexto del presente en el que son contados o reescritos. Se trata de cuentos que, al reproducirlos o escucharlos, nos convierten en sus coautores.
Y había una vez, también, un país lleno de mitos, cuentos y leyendas que viajaron por siglos, de boca en boca, para exhibir su idea de la creación, para narrar su historia, para ofrecer su riqueza cultural, para excitar la curiosidad y llenar de sonrisas los labios. Era también un país en el que pocos de sus pobladores tenían acceso a los libros. Pero eso es una historia que ya ha empezado a cambiar. Hoy los cuentos están llegando cada vez más a rincones apartados de mi país, México. Y al encontrarse con sus lectores están cumpliendo con su papel de hacer comunidad, hacer familia y hacer individuos con mayor posibilidad de ser felices.
Francisco Hinojosa
Sem comentários:
Enviar um comentário
Obrigada pelo seu comentário!